miércoles, 21 de enero de 2009

Camboya y el uranio enriquecido.





Siempre me ha gustado llevar la contraria, no puedo evitarlo, y basta con que la gente se empeñe en definir algo como inigualable y extraordinario para que me acerque con desconfianza, como si mi natural desapego por la “gente” como ente abstracto y horrible me obligara a constatar cada hecho o lugar previamente ensalzado.
…Y en esas llegamos a Camboya, al aeropuerto de Siem Reap, con la intención de empaparnos durante 3 dias de la magia de Angkor , el conjunto de templos de la dinastia Khmer que salpica una zona sorprendentemente extensa al norte de la ciudad.
Nos alojamos en una casa de huespedes regentada por un americano expatriado, y él mismo nos facilitó un conductor para visitar los templos al dia siguiente. La información escrita nos hacía dudar…¿2 dias serían suficientes para ver Angkor o no?.
Intenté leer todo lo posible al respecto, y pregunté a diestro y siniestro, pero me topé con la inevitable conjura para la caza del viajero. Me explicaré:
Siem Reap es una ciudad pequeña y vulgar, sin practicamente nada que destacar salvo una buena infraestructura para llegar a los templos. Calles llenas de pubs y restaurantes donde los únicos camboyanos son camareros, con espectáculos “tribales” de dudosa autenticidad, pantallas gigantes con retransimisiones deportivas, y coches de policía guardando por la seguridad de los “invitados”. Mercados para turistas, bares para turistas, …una escandalosa falta de vida real.
La visita a Angkor se convierte en el absoluto motor de este pequ
eño circo, de modo que cuantos mas dias dure la visita, mas dias tendremos que aguantar en este “paraiso del ocio”. Y así nos encontraremos “consejos” que hablan de “al menos una semana para entender los templos”, “un mínimo de tres dias a todo correr para ver al menos lo imprescindible”…y cosas por el estilo. La realidad es bien diferente: el conjunto histórico se visita casi forzosamente en tuk-tuk (ya sabéis, esos carromatos de diferente aspecto o ingeniería, dependiendo de zonas y paises, que sirve para transportar pasajeros) y al principio se pacta un precio con el conductor para todo el dia. Creo recordar que eran 12 dólares. Nos apetecía especialmente aprovechar el tiempo, de modo que preguntamos a que hora salía el sol, y quedamos una hora antes, a eso de las 4 de la mañana. Al llegar a las taquillas, un impulso repentino me llevó a no dejarme llevar por el recomendadísimo pase de 2 dias que te da opción al tercero gratis, sino que opté por el de 1 dia. Ya volveríamos al dia siguiente. El conductor parecía contrariado por nuestro cambio de planes, pero aún no entendíamos por que.
De modo que allí estábamos, delante de Angkor wat, en la mas absoluta oscuridad, esperando ver los primeros rayos de luz. En unos minutos apareció mas gente, no demasiada. Fuimos adentrándonos en el recinto, utilizando la luz de la pantalla del movil, con una sensación de tremenda excitación. Y amaneció. No es fácil explicar la grandiosidad de Angkor wat y de algunos de esos templos sin estar allí. La posibilidad de explorar las enormes construcciones con entera libertad, entrando o saliendo por donde mas te pueda apetecer, y la maravillosa soledad que la temprana hora nos brindaba.
Mas tarde,en una revista que había en el tuk-tuk vimos que había marcados 2 recorridos, uno corto y uno largo, pero a nosotros nos interesaba visitar los templos mas carismáticos, de modo que ante su creciente mala cara fuímos adentrandonos en los de Bayon, Ta prohm, Preah Khan…disfrutando del silencio y los majestuosos restos arquitectónicos.
Ya de buena mañana el conductor parecía realmente malhumorado, de modo que intenté comprender cual era su problema, y me lo explicó: el negocio está montado para que cada dia se haga una ruta, de modo que el primer dia se hace la mas corta y el segundo la mas larga, con un pequeño incremento en la “cuota” . Nosotros no nos ateníamos a las reglas ni a sus circuitos, y le estábamos haciendo ir a algunos templos que correspondían a la ruta del dia siguiente. Tuve que ponerme serio y explicarle que habíamos contratado un tuk-tuk para ver Angkor, y no para seguir itinerarios, y que el orden sería el que nos pareciera a nosotros. Aceptó de mala gana, y entonces me dí cuenta de que el problema era evidente: si veíamos los templos mas importantes en un mismo dia, no nos quedaba nada para el siguiente, y él se quedaba sin ruta “larga”…de modo que le pregunté cuanta gasolina le suponía terminar el recorrido a nuestra manera.
-2 dólares mas.
-bien, te daré 5 si alegras esa cara.
Y lo hizo. Cuando nos dimos cuenta eran las 12 de la mañana. Nos habíamos tirado 7 horas recorriendo "wats", ya que los trayectos motorizados entre ellos eran rápidos. Y tras escapar de alguna marabunta de críos que intentaban vendernos sus souvenirs nos paramos a beber algo, y consultando el mapa nos dimos cuenta de que habíamos visto casi todo lo que había
que ver, de modo que continúamos tranquilamente, y cuando nos pareció que ya casi todos los templos secundarios iban siendo demasiado parecidos nos volvimos hacia la ciudad.
Mis conclusiones fueron claras: a ninguna de las partes que componen el negocio le conviene que solo estes un dia viendo los templos, ya que ante la carencia de atractivos de la ciudad te marcharás, de modo que mediante pequeñas triquiñuelas te convencerán de que tienes que estar allí mucho mas tiempo. Si lo tienes lo puedes gastar como quieras, pero a mi me gusta poder decidir, y me mosquea sobremanera que me intenten engañar.
Como nos sobraba un dia, pensamos en acercarnos al “Tonle sap” el enorme lago que se encuentra a pocos kilometros de la ciudad, así es que a la mañana siguiente cogimos un tuk-tuk y hacia allá nos dirigimos, hasta que poco antes de llegar nos encontramos con una barrera y unos militares. Oficina de turismo…ah,vale.
Cual fue mi sorpresa cuando la sonriente señora que vendía los tickets para acceder al lago me dijo:
-15
-15 what?
-15 dólar.
-excuse me,15 dólar 2 people?
-no sir, 15 dólar each person.
Monté en cólera y creo recordar que les llame chorizos e incluso menté a sus madres. Me querían cobrar 15 dólares por el mero hecho de acercarme al lago, luego ya negociaría con un barquero. Hijos de satán!.
Les dije amablemente que se fueran a robar a sierra Morena, y volví al tuk-tuk. Le dije al atónito Mr.Han, el conductor, que era un crétino por no avisarme de que había que pagar 15 dólares por persona (habíamos planificado toda la jornada con él, y en ningún momento había mencionado este pequeño detalle), a lo que me contestó que la última vez que había venido no cobraban. En fin, nos dimos la vuelta.

Volvimos a Siem Reap, y le dije que si había algo que ver por allí. Me ofreció la granja de Cocodrilos, un estanque maloliente con 4 cocodrilos donde también querían sacarme "5 dolars each people". ¿pero que mierda es esta?! Traduje a voces ante el cada vez mas asustado Mr.Han. La verdad es que estaba realmente enfadado, ya sabemos que en los paises pobres la gente quiere tu dinero, pero en este caso el mismo gobierno se dedicaba al pillaje. Recordé, calmándome que en los templos, un par de veces se me habían acercado policías de uniforme intentando venderme sus placas a buen precio. Que duro es a veces confirmar que todo tiene puntos de vista alternativos.
Volvimos al hotel a darnos una ducha y despedimos amablemente a Mr.Han, que solo tenía la culpa de ser un poco incompetente.
Recorrimos la ciudad toda la tarde, y nos salimos del centro. Encontramos la ciudad real, el mercado real con sus olores nauseabundos, la carne infestada de moscas, y la suciedad por doquier, aunque tambien otra manera de ver a la gente, que ya no nos miraba como billetes de dólar, incluso comimos comida camboyana en un restaurante con comensales no-turistas, auténtica a juzgar por las lágrimas que me empezaron a caer cuando de modo excesivamente optimista volqué el cuenquito de chilis en los fideos. ¿para que tantas plantas de enriquecimiento de uranio teniendo esto?.
Era la última tarde en Camboya, y un rato despues paseando por una avenida sucia y poco iluminada de nuevo lloré. No era por la pobreza ni por la belleza de los templos, sino porque se me había quedado un trozo de chili entre las muelas y aún tenía su poder nuclear intacto.

sábado, 10 de enero de 2009

Niños voladores en la India.






Sabal, nuestro conductor en la India nunca se salía del guión. Una de las cosas que mas me incomodaba era el hecho de ver que los restaurantes de carretera en los que parábamos siempre tenían 2 entradas, la de los turistas y la de los guías y conductores. Por mucho que insistimos no hubo manera de convencerle de que preferíamos comer con él. Las normas dicen lo contrario, y saltárselas podría acarrearle problemas.
Pero al llegar a Jaisalmer, junto al desierto de Thar, conseguimos convencerle de ir a cenar juntos, y se animó. De modo que para celebrarlo nos alejamos de las zonas de turistas, y aparcamos en una colina de un barrio de las afueras desde la que se veía un espléndido atardecer.
Sabal bajó del coche y en 1 minuto regresó con cervezas, unas enormes botellas de medio litro suficientemente frias como para hacernos felices. –Yo invito-, dijo. Nos ubicamos cómodamente en los asientos del todoterreno y fuímos dando buena cuenta de la cerveza. A todas estas, la curiosidad de los niños del barrio iba in crescendo,… unos señores de aspecto extraño apostados en un lateral de la plaza, o lo que aquella explanada fuera, bebiendo cerveza. Sabal nos explicó que estaba prohibido beber alcohol en la calle, de modo que desde dentro del coche, con las ventanas abiertas para combatir el fuego ya remitente del cercano desierto, vimos como los niños habían empezado a rodearlo y nos enseñaban sus huesudas manitas por las ventanas gritando palabras incomprensibles en actitud cada vez mas acalorada. Una creciente incomodidad nos sobrevenía. Finalmente Sabal se enfadó y les dio un par de voces no demasiado efectivas. El pequeño tumulto era ya foco de atención de todo el barrio,de modo que ya una veintena de chavales nos rodeaban entre risas. Sabal incluso salió del coche increpándoles cuando sin excesiva violencia los chavales golpeaban la carrocería, aunque sólo tuvo un efecto momentáneo, ya que en medio minuto volvían a rodearnos, cada vez mas ruidosos, metiendo sus manos por el hueco de la ventanilla que nosotros íbamos subiendo cada vez mas.
La situación digna de los hermanos Marx tuvo una continuación bastante simpática cuando Sabal , con un inglés muy limitado, nos consiguió explicar que lo que querían los niños eran los cascos de las cervezas. Apuré el último sorbo de mi botella y la saqué de improvisto por la ventana con un efecto parecido al de los documentales sobre fauna amazónica, cuando algún desdichado animal cae en las aguas infestadas de pirañas. Mi mano resulto ilesa.
El afortunado que se hizo con la botella esprintó con cara de satisfacción hasta el mismo tenducho donde Sabal había comprado las cervezas, dudo de que el mismísimo Usain Bolt le hubiera podido dar caza en tan rauda carrera. En unos segundos salió de nuevo con una sincera sonrisa y una especie de “flas” casero de fresa, algo dulce y helado de color rojo metido en una especie de bolsa que no me atrevo a etiquetar.
La envidia corroía tal vez a sus compinches que miraban alternativamente al coche y al afortunado, pero aún teníamos 5 botellas casi vacías, de modo que fuímos apurándolas y sacándolas por las ventanas en una vorágine de gritos, risas y carreras. Unos volvían con caramelos y chucherías varias, otros con los “flases” de color rojo.
Llamó nuestra atención un niño mas pequeño que los demás, que fué repetidamente incapaz de coger ninguna botella pese a las evidentes trampas y guiños de complicidad que le hicimos, pero así es la ley de la calle, ya tendría tiempo de crecer y ganarse su puesto.
Para acabar de componer la curiosa escena se apróximaron al coche unas cuantas niñas, mas mayores, y mas altas con la intención de vendernos unos collares y colgantes variados que no parecían precisamente oro de 24 kilates.
Mientras nos ofrecían sus mercaderías unas enormes moscas empezaron a meterse en el coche acompañadas de unos pestilentes hedores cuyo origen rápidamente pudimos localizar. Las niñas llevaban en equilibrio sobre la cabeza unos cuencos de mierda de vaca prensada que una vez seca se convertiría en combustible para las estufas de sus familias. La altura de las niñas parecía maléficamente predestinada a dejar los cuencos a la altura de la parte abierta de nuestras ventanillas, de modo que entre toses y risas tuvimos que salir del coche medio intoxicados.
Le compramos a la vendedora mas avezada todo el puñado de baratijas por 2 dólares, que es lo que nos pidió por ellas, a condición de que se llevaran sus otras “mercancías” lo mas lejos posible.
Y nos pusimos a hacerle fotos a los niños, quienes posaban dando patadas de karate, disparando pistolas imaginarias, simulando beber cerveza de la última botella vacía…cuando vieron en la pantalla de la camara digital sus fotos saltaban de alegría…pero pensé que no tenía mucha pinta de poderselas mandar por e-mail, de modo que para despedirnos, intentando que no me vieran, me metí en el tenducho y compré por 2 dólares una enorme bolsa con chucherías variadas que repartimos entre el alborozo general. Esta vez si que hicimos trampa y le dimos al pequeño mas que a los demas.
Ya estábamos despidiéndonos y haciendo las últimas fotos a los que aún no habían tenido su momento cuando una vaca amparada en la ya incipiente oscuridad cabeceó sin miramientos al pequeño y lo mandó 3 metros mas allá. Quizás el pequeño no era tan rápido como los demás, pero había asido las chucherías con la suficiente fuerza como para que no se le cayera ni una…se levantó del suelo, volvió a donde estábamos y sonrió.

miércoles, 7 de enero de 2009

Cataratas en Noruega.

Una de las cosas que mas me molestan cuando viajo es la escasa fiabilidad de las oficinas de información turística, los panfletos informativos de la correspondiente autoridad, e incluso a veces las propias guias que deberían ser ajenas a intereses económicos.
Por ejemplo, en Noruega, maravilloso país en el que abundan por doquier cientos de atracciones paisajísticas, también puedes ser víctima de esas extrañas costumbres que tratan de atraer a los viajeros con argucias poco éticas..
El parque natural Jotunheimen es un lugar paradisíaco, con valles rodeados de montañas, y colores sólo posibles en latitudes similares, un lugar para disfrutar del senderismo, la escalada, o el simple paseo, pero varias fuerzas maléficas se alían para casi obligar al viajero a visitarlo utilizando como reclamo la madre de todas las cataratas del país, la ineludible “Vettisfossen “ con un salto de 275 metros.
Una verdadera pérdida de tiempo para aquel que dispone de poco tiempo, pues a buena marcha necesitarás al menos 1 hora y media para llegar hasta allí desde el parking situado en Hjelle. Y amén de unas buenas rampas y un par de peligrosos descensos, resulta que la maravillosa “Vettis” está semioculta entre la montaña, de modo que solo es accesible cuando no queda rastro de nieve en la zona…y eso puede ser Junio. Aún cuando sea accesible no deja de ser

una catarata bastante vulgar comparada
con otras maravillas como “Latefossen”, “Voringfossen”, o incluso la pequeña “Tvindefossen”, con el agravante de que a cualquiera de estas últimas se accede en coche, e incluso que están a unos pasos de la carretera.
Las cataratas en Noruega son uno de los espéctaculos mas imponentes para aquellos que vivimos en socarrales como Madrid, por eso a veces nos dejamos cegar por las cifras de altura y queremos ver mas y mas, pero hay tantas por allí que iras perdiendo el interés, de modo que céntrate en las que estén mas a mano, y piensa que dependiendo de la época del año llevarán mas o menos agua, lo que sin duda influirá en su belleza.
Ni que decir tiene que si tu viaje te permite saborear tranquilamente todo lo que te apetezca, el “Jotunheimen” alberga infinidad de pequeños placeres, pero en caso contrario no te desplaces hasta un lugar tan alejado de las rutas principales por la inmerecida fama de la catarata en cuestión.
Personalmente os recomiendo las 3 cataratas anteriormente citadas.
-“Latefossen” en plena nacional 13 muy cerca de Odda.
-“Voringfossen” de camino entre Oslo y Bergen, antes de llegar al ferry de Brimnes
-“Tvindefossen” justo al salir de Voss hacia el norte.

Y como no hay mal que por bien no venga, después de sentirte engañado en esos parajes te puedes resarcir si te encuentras una carretera como esta en el tramo Ovre Ardal-Tyin,. Impresionante.

lunes, 5 de enero de 2009

Los abusones. El pais que nunca visitaré.


A lo largo de la historia, el ser humano tanto en sus múltiples asociaciones como en solitario, ha dado inequivocas muestras de su barbarismo. La historia mas reciente nos ha dejado bien claro que era Adolf Hitler el mas malo de todos los villanos, el mal personificado. No obstante a dia de hoy, los vergonzosamente manipulados “mass media” bombardean a diario su veneno intentando (y consiguiendo en la mayoría de los casos) adormilar o domar nuestra capacidad de análisis. ¿Quién puede dudar que los villanos hoy en dia son Castro, Chavez, Ahmadineyad y Corea del Norte- toda entera porque no hace falta ni personificar-?
Sin embargo todas estas opiniones pueden ser rebatidas con 5 minutos de información veraz, o sencillamente ignoradas, del sujeto anónimo depende tomar alguna opción inteligente.
¿Cuantas muertes se le podrían imputar a George.W.Bush?, ¿y a Ariel Sharon?, ¿Qué me decís de Julio Cesar o Genghis Khan ?.
¿Por qué unos malos son mas malos que otros?
Si ya te está haciendo cosquillas el recto no te preocupes que no me vas a leer justificando a nadie.

Esta introducción me da pié a comentar, pese a la dificultad que entraña hablar de estos temas, algunas de las cosas que están pasando en Gaza, un lugar del que solo se puede hablar con hechos, una tierra ocupada ilegalmente por el estado israelí y sus colonos contraviniendo las disposiciones de la ONU.
Está de mas opinar desde la distancia sobre quien es mas bárbaro o quien tiene mas razón. Sólo hay una verdad irrefutable, y es que unos llegaron y echaron a otros violando todas y cada una de las resoluciones y pactos que prohiben asentar población propia en territorios “conquistados” por las armas. Todo lo demás es consecuencia de ello.

Un dia 11 de marzo vivimos por estos lares las consecuencias del terror. Para colmo quisieron engañarnos y la gente dijo basta. Incluso en EE.UU, lugar en el que ya dudábamos que existiera vida inteligente, han dicho basta. Pero hoy igual que ayer no veo ningún movimiento, ningún signo de que los israelís (con todo el peligro que supone generalizar) esten verdaderamente preocupados por la actitud de cualquiera de sus consecutivos gobiernos.
Y me parece grave.

Según mi opinion, todas y cada una de las religiones del mundo no llevan mas que a la ignorancia y la sumisión, pero también es cierto que no puedo medir igual a unos ricos-mimados-consentidos-tarados que a unos pobres- vapuleados-estigmatizados- igual de tarados.
De momento solo se a que país no quiero ir nunca. Al de los abusones.

jueves, 1 de enero de 2009

Extraterrestres camuflados. el "Vappu". Helsinki.


Llegué a Helsinki en ferry desde Tallín. Un viaje corto y agradable por el báltico. Al aproximarme al puerto me sorprendió a lo lejos algo que no terminaba de comprender: una especie de península llena de arboles donde parecían agolparse miles de personas. Como era 1 de mayo pensé que podría haber alguna celebración, concierto, fiesta sindical o similar que valdría la pena visitar. De modo que tras arribar, me dirigí a un albergue cercano al propio puerto, y una vez acomodado en una espartana habitación pregunté acerca del evento que se desarrollaba en aquel boscoso apéndice.
El personal del albergue no parecía muy entusiasmado con aquello, y me aclararon que se trataba simplemente del “Vappu”, una especie de fiesta de la primavera que consistía en que todos los universitarios se vestían con monos de trabajo de colorines (dependiendo de su facultad), y bebían hasta quedar inconscientes en un gran parque. Sin concierto, y sin mas excusas.
Podría ser interesante echar un vistazo por allí, así es que tras una primera inspección de la zona me dirigí al parque “Kaivopuisto” que era el lugar en el que se reunían los jovenzuelos de los monos. De camino me quedé impresionado con las mareas humanas que disfrazadas con horribles monos iban y venían por la ciudad. Monos azules, rojos, violetas, rosas,…llenos de parches con publicidad (con la que parece ser que se costean parte del catering), y con referencias a su experiencia en anteriores ediciones. Y muchos de ellos con unas gorras blancas de marinerito que me desconcertaron.
En una parada para comer algo comprobé que también mucha gente mayor llevaba esas gorras, de modo que aproveché para preguntar a una amable señora que me explicó que era la gorra que les dan a todos y cada uno de los que se licencian en la universidad. De modo que allí todo cristo iba luciendo su gorrita mientras trasegaba litros de cerveza con claras muestras de felicidad.
La jarra de cerveza a 6 euros de hace 3 o 4 años era un precio mucho mas coercitivo que cualquier campaña de la DGT de modo que opté por la vieja solución de buscar un supermercado. No éra el único…según me acercaba al parque, pude ver colas enormes de chavales en evidente estado etílico esperando su turno para acercarse al coma lo antes posible.
Ya en el parque la visión era una mezcla aberrante. El macrobotellón finés en estado puro: por un lado miles de extraños seres beodos cayendose por el cesped, por otro un halo de urbanidad desconcertante que llevaba a la gente a llevar sus propias papeleras portátiles…muñecos hinchables de 1 metro de altura que entre sus manos tenían un espacio para acoplar una bolsa de basura. Que gente.
La verdad es que no me veía capacitado para integrarme en esa bacanal en la que todos me llevaban muchas horas de ventaja, así es que me distraje viendo a algunos que bailaban torpemente con continuas caídas al suelo, y me volví paseando hacia el puerto por las orillas del báltico.
De vez en cuando me encontré con grupos incontrolados de chavales muy jóvenes echando carreras con carros de supermercado. Algunos incluso rompieron botellas y estamparon el carro contra un escaparate de un local vacío. Menos mal, estuve a punto de pensar que los finlandeses eran extraterrestres camuflados.