sábado, 23 de noviembre de 2013

¿Globalización?

Nuestro viaje por China fué intenso, excitante, y lleno de anécdotas. 20 dias pelados no dan para ver mucho, pero una buena planificación, aprovechar los viajes en tren para dormir, y algún que otro contacto y sus consejos te puede hacer aprovechar mejor el tiempo.

Me voy a referir en la entrada de hoy a uno de los momentos mas graciosos de nuestro viaje, un compendio de choques cultural e idiomático, aderezado con las habituales prisas, que nos hicieron pasar una tarde divertidísima además de permitirnos visitar una maravilla de esas que no se olvidan: Las cuevas de los Budas de Yungang.

Desde Pingyao, parada obligada para cualquier amante de la arquitectura mas tradicional (reconstruida o no) cogimos un bus en dirección Taiyuan, donde teníamos que coger el definitivo que nos  llevara hasta Datong, que es donde están esas increibles cuevas. Quien iba a pensar que esa insignificante ciudad (al menos en el mapa) tenía mas de 4 millones de habitantes, y que para colmo allí no se hablara el mandarín, sino el chino "Jin". De modo que al llegar a la estación de autobuses, y bajarnos a comprar los tickets para Datong, pude comprobar que mis recientes conocimientos de mandarín no terminaban de serme del todo útiles pues los moradores de la estación no me entendían casi nada (también podía deberse a que la pronunciación del mandarín no se pule en 2 meses). Tras un rato de gestualizaciones bastante cómicas conseguimos entender que había "otra" estación de autobuses, donde el emperador Ming perdió el mechero, o mas para allá. Optamos por un taxi, y en un rato estábamos camino de Datong, donde el entrenamiento de los gestos y aspavientos se demostraría absolutamente irrelevante.

Llegamos a la estación de Datong sobre las 17,30 y no parecía del todo claro a que hora cerraban la admisión de las cuevas. Según la Lonely Planet a las 19, no había prisa...pero Ji, el taxista que nos metió su taxi practicamente debajo del último escalon del autobus nos hizo saber, después de oir la palabra Yungang, con movimientos de ojos manos y brazos, que no diésemos prisa.
Como íbamos cargados con 3 bolsas bastante grandes, decidimos preguntar si había consigna en aquella estación, ¿inglés?, no, ¿mandarín de Moncho? algo parecían entender...llegamos hasta la consigna y nos cogieron las bolsas, nos dieron unas pequeñas llaves y unos tickets,...pagamos algun yuan, y cuando ya seguíamos a Ji, nos vociferaron en un Chino incomprensible:..yiaaaaaaaaaaaaa, weeeeeeeeeeee, waaaaaaaaaaaaaaa...no se, algo así decían, no seré yo el que intente menospreciar un idioma tan rico, pero al darnos la vuelta las 2 señoras de la consigna nos señalaban al reloj, y repetían waaaaaaaaaa, weeeeyeeeee,iiiiiyaaaaaaaaaa...se repitió la conversación monodireccional un par de veces mientras el taxista Ji intentaba ayudar con su versión de los hechos. Lo que quedó claro es que él era el mas espabilado, porque nos hizo saber que había que estar antes de las 6 para entrar a las cuevas aunque cerraran a las 7, y de pasó fué a buscar a un viejo, un sabio local, quizá un sabio de la estación de autobuses.
El anciano se puso frente a mi, y en un trozo de papel dibujó un reloj que marcaba las 8, mientras con la yema de sus dedos daba golpecitos sobre el dibujo, a lo que yo, ya en castellano dije, vale, que hay que venir a por las maletas antes de las 8. perfecto. Con señas representé señores que se van, dije Yungang, luego señores que vienen, y señalé el dibujo. Ok. El anciano me miró y dijo que no. Una vez mas waaaaaaaaaaaaaaa, yiaaaaaaaaaaaaaa, uyeeeeeeeeeeeeeeeee...y el taxista Ji girando entre nosotros como loco diciendo "come on come on". Ahora si que no entendíamos lo que ocurría, hasta que el anciano, concentrado, me miró de nuevo, fijamente,...señaló el reloj dibujado puso las dos manos en forma de flecha y dió un respingo hacia atras. En fin, algo me hizo entender que necesitaban confirmación de que teníamos claro que había que llegar ANTES DE LAS 8, y NO A LAS 8...ya llevaba unos dias en China y me había dado tiempo a comprobar que presuponer no siempre vale allí. De modo que a mi vez cogí el papel y el boligrafo y dibujé un reloj con las 8 menos 5, y con evidente satisfacción se lo enseñé al anciano, gestualizé de nuevo...señores que se van, Yungang, señores que vuelven...y fin en el reloj de las 8 menos 5. Ante mi sorpresa el anciano dijo que no. Waaaaaaaaaaaaaaa, yiaaaaaaaaaaaaaaaaa, uyeeeeeeeeeeeeeeeee.
Me quedé sin habla y casi sin respiración, eran las 6 menos 10 pasadas y allí seguíamos en una situación realmente ridícula.
El anciano, me cogió del brazo, de nuevo me miró concentrado y puso la mano izquierda sobre la mesa. Señaló con el índice de la derecha el reloj e inmediatamente la punta de los dedos de su mano izquierda. Colocó la derecha como si fuera un cuchillo en la punta de los dedos y profiriendo un grito chino la echó hacia atrás como si fuera un resorte. De nuevo lo había entendido. Gesticular señores que se van, Yungang, señalizar señores que vuelven, apuntar al reloj de las 8, e imitar el gesto del anciano (no me atreví con el grito).

Todos sonrieron, y Ji nos llevó corriendo al Taxi, arrancó, y cuando llevaba menos de 300 metros se salió de la carretera literalmente y por un camino hizo una serie de virajes que nos llevaron a la puerta de las cuevas a las 6 en punto. De nuevo los gestos de correr,...y eso hicimos,...llegamos a la taquilla y nos vendieron las entradas con gesto de complicidad...una vez dentro me dí cuenta de que me había dejado la guia en el coche y no habíamos pagado a Ji,...¿nos esperaría?
Vimos las maravillosas cuevas, y una señora anciana, menos sabia sin duda que nuestro interlocutor de la consigna, me dió una clase magistral de como buscar sitio en una montonera humana, golpeando rítmicamente mi codo mientras intentaba hacer una foto. Conseguí apoyar el codo, pero la señora como quién oye llover continuó un rato mas dándome nucazos en el codo, inamovible, robusto. Cuando terminé de hacer las fotos le sonreí, y le cedí el hueco que tan denostadamente intentaba conseguir.
Al salir de las cuevas, y del recinto, vimos a lo lejos el coche de Ji, en marcha, llegamos con cara de agradecimiento y al montar vimos que el taxímetro seguia corriendo desde las 6, pero la verdad, cuando rápidamente calculé que la ida, la vuelta, la espera, el rallye, la interpretación, y la sonrisa iban a costarnos 12 dólares, sonreí yo también.

viernes, 22 de noviembre de 2013

el retorno...

Hace casi 3 años que no escribía nada...circunstancias de la vida. Estas 2 lineas han sido para recordar como se editaba una nueva entrada...desde mañana vuelvo a la actividad.
Mi hijo nació hace 2 años y pico, y mi padre murió hace casi 1...uno me enseño a viajar, y al otro lo he llevado pegado en aviones desde los 3 meses...supongo que el ciclo seguirá...